La motivación,
podemos considerarla como la intensidad y dirección del impulso que nos
lleva a actuar o a cambiar nuestra conducta en un sentido u otro. La realización
de cualquier tarea humana está basada en factores motivantes, pueden ser
internos o externos, que nos llevan a la actuación. En definitiva es la “gasolina que mueve el sistema” (Ruiz
Pérez).
Factores internos de la motivación son: 1) la completa implicación en
la actividad, 2) que la tarea constituya un desafío y raramente sea aburrida,
3) la percepción de que las posibilidades de realizar una tarea son
perfectamente realizables con las capacidades que se tienen, si las habilidades
son mayores que la oportunidad para utilizarlas llegará el aburrimiento, y si
la dificultad de la tarea es superior a las capacidades del individuo, el
resultado será la ansiedad o estrés.
Como factores externos encontramos
recompensas económicas (primas por partido ganado, becas...), material
deportivo, incentivos o refuerzos y estatus social...
Centrándonos en la
motivación intrínseca (factores internos), será importante la gestión de
objetivos para reducir la incertidumbre en los deportistas sobre lo que se
espera de ellos, al mismo tiempo que se les proporciona información sobre cómo
alcanzar sus metas, todo ello hace que aumenten las posibilidades de conseguirlas
y se minimicen los costes.
Para la realización de
esta gestión de objetivos tendremos en cuenta:
- Diseño individual y grupal de metas. Participación individual y grupal de todos los miembros del equipo, buscando la aceptación y el acuerdo en metas realistas.
- Calendario de objetivos. Los objetivos han de estar diseñados a corto, medio y largo plazo para que sean útiles. Son también más efectivos los que se basan en la ejecución y no en el rendimiento.
La consecución de
objetivos o metas hace que el sentimiento individual de competencia aumente,
con lo que se incrementará la motivación interna y la autoconfianza, muy
relacionada ésta con la toma de decisiones en el juego.
La motivación de un
jugador influirá sustancialmente en su nivel
de activación. Los niveles de activación adecuados cambian. Unas veces será
necesario bajarlos y otras subirlos. Una misma situación será enfrentada de
manera diferente por distintos deportistas, no hay una misma fórmula para
todos. Por ejemplo, el comienzo de un partido es una situación clara, en el
cinco inicial puede haber jugadores que, por ser la primera vez que forman
parte de ese quinteto salgan demasiado activados, deseosos de aprovechar la
oportunidad, y otros que, por ser fijos y considerar el partido un mero
trámite, les falte poco para bostezar..., ni en un caso ni en otro estarán en
condiciones de rendir al máximo.
Un inadecuado nivel de
activación provocará descensos en el rendimiento. Por ejemplo cuando estamos nerviosos
nuestro foco atencional se estrecha, nuestras señales internas empiezan a
hacerse las dueñas de la situación y esto provoca una pérdida de información
externa, de lo que pasa a nuestro alrededor, y es entonces cuando las
probabilidades de fallar (pases, tiros, decisiones incorrectas,
faltas“tontas”,etc) se multiplican.
El trabajo para
conseguir un nivel óptimo de activación
será en relajación para reducir niveles demasiado altos de activación y
técnicas de energización para subirlos.
En resumen el
entrenador debe buscar la motivación
del equipo para llegar la consecución del máximo esfuerzo individual y
colectivo, buscando el nivel óptimo
de activación los jugadores, según la situación, que les llevará a la posibilidad de un
rendimiento máximo. Pero ¿CÓMO SE CONSIGUE ESTO? La verdad es que no es sencillo dar con la tecla adecuada porque hay que tener muchas variables en cuenta.
Hace un
par de años, antes de un partido de nuestro equipo junior, cambiamos la charla
técnica del vestuario por la proyección del video que presentamos al final del texto.
Este video combinaba imágenes de la película de Braveheart con secuencias de
partidos nuestros. Los objetivos que se pretendían conseguir eran:
ü Repasar conceptos tácticos, haciendo hincapié sobre todo en los aspectos
que hacíamos bien y salir al partido con una actitud positiva.
ü Transmitir el
mensaje de jugar con intensidad (con
corazón) pero también con inteligencia
(con cabeza).
ü Fomentar la motivación para el encuentro y afrontarlo
con muchas ganas y confianza en nosotros mismos.
En el partido no se
consiguió la victoria, fue uno de los dos partidos que se perdió en toda la
liga regular. Es cierto que el equipo salió muy motivado e intenso pero tuvimos
muchos errores en la toma de decisiones, quizás debido un nivel de activación
muy elevado. Prueba de ello fue los tres jugadores expulsados (quizás nos
identificamos demasiado con la lucha de los escoceses del video jeje) o las
precipitaciones en ataque. La lectura que había que hacer del partido
no era negativa (a pesar de la derrota), conseguimos jugar con intensidad que es muy importante, ahora
debíamos centrarnos en mejorar nuestras lecturas de juego para ser más
competitivos en el futuro.
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